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Blog de Mario Ortega

Más cuentas sobre la calle Ganivet

Más cuentas sobre la calle Ganivet

Un amigo facebook, Juan, nos informa sobre lo que significa la reforma de la calle Ganivet para entregarle su explotación a una empresa relacionada con la familia del concejal de Servicios y Mantenimiento, Sr. Aguilera.

LOS MADROÑOS MOVILES DE LA CALLE GANIVET

Es curioso pasear por nuestra cuidad. En la calle Ganivet se han instalado unos desmesurados maceteros móviles con madroños. La inauguración de su inútil y costosa reforma, en la que participó la tuna, la banda pasodoblera, autocares con olor a incienso, y la milicia PPera se hizo justo a "La Hora del Planeta" encendiendo 130 farolas y faroles recién instaladas. Una cada 0,90 metros de calle, ahí es nada.

Loa maceteros de 1,60 por 1,60 metros, fueron retirados unos días después, con el fin de instalar las tribunas, palcos y sillas de semana santa. El exceso de macetero madroñil va a ser de quita y pon. Total sesenta y siete maceteros, cada uno ocupa el espacio para cuatro sillas. Cada silla cuesta a la semana 50 euros. La cuenta es fácil, 67 x 4 x 50 = 13.400 euros. La concesión a la empresa ha sido por 30 años, así que 30 x 13.400 = 402.000 euros. La empresa ha obtenido la concesión por unos 40.000 euros anuales. El negocio es redondo si se tiene en cuenta que el número de sillas será superior a 1.800, es decir un beneficio bruto de 90.000 euros.

Según Juan, que ha hecho consultas, trasladar, poner y quitar los maceteros, costará cada año 27.000 euros que por 30 años resultan 810.000 euros. Con cargo a presupuestos municipales.

Política y desencanto

Política y desencanto

Ayer sábado estuve en el I Congreso Internacional Carta de la Tierra, organizado por el vicedecanato de Cultura y Cooperación de la Facultad de Ciencias de la Educación. Único político invitado, se lo agradezco a la organización y especialmente al profesor Gabriel Carmona. Pensaron en Los Verdes para hablar de ecología política y valores para la esperanza. Una cosa rara sí.

Bueno, la persona que me presentó hizo hincapié en mi faceta de activista, bien es verdad que se lo puse fácil. Pero ¿qué significa el activismo hoy?. Me apresuré a decir que soy un político, sin ninguna vergüenza. Imaginé en voz alta qué pensaban las personas de la sala: "si yo estuviese de ese lado, con la que está cayendo, ¿un tipo que dice que es político?, ¿aquí, en la universidad, rodeado de gente joven que pasa de la política? Debe estar un poco loco. ¿No?"

Pues sí, político, sí. Político Verde. La acción y el compromiso frente a lo que ocurre, ante lo problemático social, económico y ambiental, no puede ser otra cosa que acción política. Toda persona que se implica, en mayor o menor grado, en causas que considera justas es una persona política. Ahí es donde me identifico. Esta es la tesis de Hannah Arendt (La condición humana) y María Zambrano (Persona y democracia). Cuando pasamos a la acción, somos ciudadanos y ciudadanas políticas. Numerosa gente lo hace en organizaciones sociales, es gente de acción, gente política.

Hoy confundimos, y con motivo, la gestión del poder con la política. Esa política gestora de los espacios de poder es la que ha inundado la escena. Esa es la que produce el desafecto, la idea de que todo esta determinado y no se puede hacer nada. El aspecto externo de la desafección política es el desencanto.

El desencanto es un inhibidor de las emociones, un paralizante, bloquea la acción. Contra el desencanto esperanza, la esperanza es lo que nos une con la línea del horizonte.

* Cuadro negro sobre fondo blanco, Kasimir Malevich

Por un Nuevo Acuerdo Verde

Por un Nuevo Acuerdo Verde

Remirando y preparando lo que voy a decir en el Ier. Encuentro Internacional "Carta de la Tierra", me he encontrado con este texto que publicamos el pasado 22 de abril de 2010, con motivo del Día de la Tierra. El texto es plenamente vigente a día de hoy.

"POR LA TIERRA Y POR LAS PERSONAS"

El movimiento verde mundial celebra el 22 de abril el Día de la Tierra, desde el año 1970 cuando más de 20 millones de personas estadounidenses ocuparon las calles y espacios públicos para reclamar el derecho a una vida saludable y sostenible. La Confederación de Los Verdes queremos con este manifiesto por la Tierra y para la gente dedicar esta fecha del 22 de Abril del 2010 a denunciar la situación crítica que vive el conjunto de nuestro planeta, ahora ya reconocida por todos donde el acelerado cambio climático se une a la crisis económica internacional más grave y sin salida a nivel global vivida hasta la fecha. En los países europeos del Mediterráneo, como Grecia y España llegamos a un paro de millones de personas, el cierre de pequeñas y medianas empresas, la crisis estructural de la agricultura tradicional, a una falta de expectativas brutal para los jóvenes y a una grave incertidumbre para los mayores y las garantías sociales básicas.

Mientras los principales responsables de la crisis económica, el sistema financiero, la banca, las empresas multinacionales continúan con sus ganancias millonarias, sin que la mayoría de dirigentes políticos se atreven a adoptar ningún tipo de medida que aumente el control democrático de sus especulaciones y pongan al servicio de la ciudadanía, de la tierra y la economía sostenible de interés social y ecológico de futuro, las finanzas, los recursos y la ciencia.

Paralelamente a la crisis económica y social, todos los signos vitales de la salud de nuestra tierra muestran una tendencia al declive acelerado. El cambio climático muestra sus dramáticas consecuencias y la respuesta de los supuestos líderes políticos mundiales ha sido su incapacidad de adoptar medidas correctoras en la fracasada Cumbre de Copenhague que para más vergüenza acabó con la detención de los representantes de Greenpeace.

Mientras, la ciudadanía observa perpleja cómo se suceden escándalos de corrupción política y económica (Gürtel, Pretoria, Marbella...) donde parece que la finalidad de muchos políticos sea única y exclusivamente la del lucro, y no ocuparse de la gestión de las Administraciones públicas y la toma de decisiones que controlen y modifiquen de una vez por todas los efectos perversos antisociales de una economía ultraliberal y depredadora de los recursos naturales.

En la actualidad es más evidente que nunca que el actual sistema político, es una democracia formal e ineficaz para cambiar nada de fondo, con un sistema electoral pensado para consolidar el bipartidismo y repartir el poder político sólo entre el PP y el PSOE. No resuelve los problemas más básicos de la ciudadanía, ni es capaz de abrir una nueva estrategia económica-ecológica para dar soluciones reales a la crisis estructural que padecemos. Así, crece la decepción y el alejamiento de la política entre el electorado, al tiempo que surgen con fuerza el racismo, la xenofobia, el autoritarismo, el machismo y todo tipo de posiciones tendentes a un giro autoritario de la sociedad. Así, como ejemplos claros, se imputa al juez Garzón por el caso de los crímenes del Franquismo y se apalea al vecindario del Cabañal por parte de la policía o aumenta dramáticamente el número de mujeres asesinadas.

Ante ello, Los Verdes proponemos a toda la ciudadanía la movilización activa y diaria para hacer posible un nuevo contrato social, un nuevo acuerdo entre las personas con sentido democrático y voluntad de cambio real del actual estado caótico de la sociedad, que se fundamente en la apuesta decidida por una nueva economía ecológica, más justa con las personas y más respetuosa con el Planeta, con un sistema de participación política de democracia real y plural, con igualdad para todas las formaciones políticas y donde el electorado sea realmente el que controle la acción de los cargo públicos.

Es la hora de un nuevo contrato ciudadano y verde que actúe contra el cambio climático, la deforestación, la escasez de agua limpia o los peligros de la contaminación nuclear, química y genética. Una nueva economía ecológica con políticas de suficiencia y subsidiariedad en todos los ámbitos de la actividad humana, de calidad social y natural en lugar de volver al mito del crecimiento basado en la cantidad, con un nuevo modelo de desarrollo entendido como mejora de la calidad y del reparto solidario y no como el crecimiento. Una nueva economía emergente social y de base, ecológica y cooperativa en todos los ámbitos..

La política del Gobierno de Zapatero no da salida a ninguno de los problemas planteados. Una política de simple caos y de reparto absurdo en todas direcciones donde no se hace más que aumentar el déficit y la deuda pública. Así se apoya a la banca sin contrapartidas , se compensa la construcción y la industria del coche y el modelo viario insosteniblle mientras se dan solo retazos parciales y contradictorios en energías limpias o el coche eléctrico. Lo mismo que en presupuestos de CCAA y Ayuntamientos donde después de aumentar al mismo tiempo el presupuesto del Estado inflado y el de las Autonomías en asfixia al final se recortan las tímidas concesiones y se da una involución junto al PP con el decrépito Tribunal Constitucional..El caos y al final ..ningún problema resuelto y más y más crisis y más deuda y más déficit y el poder a los de siempre. Por no hablar de la pírrica Presidencia Europea sin ninguna aportación cualitativa o el pago público de la aberración Griega sin erradicar las causas especulativas de su génesis.

El consumo energético vinculado a la producción es claramente insostenible y, desde el año 1990, las emisiones de gases de efecto invernadero se han multiplicando por 4 incumpliendo claramente las previsiones de Kioto, las quiebras constantes de la nuclear de Cofrentes, de Ascó, de Vandellós.. son constantes mientras al mismo tiempo sigue aumentando el volumen de cientos de toneladas de residuos radiactivos de alta actividad procedentes de todas las nucleares de España con la insistencia de "comprar" Ayuntamientos para depositar los residuos sin un compromiso firme de cierre y clausura nuclear.

En este día de la Tierra de 2010, Los Verdes, volvemos a exigir un plan y calendario contundente de Energías Renovables para sustituir la actual energía nuclear y del carbono que abra una base decisiva de la nueva economía ecológica y sostenible del futuro y que se acompañe de la paralización de los proyectos de cementerios nucleares mientras no se apruebe un Plan de desnuclearización Total y a plazo fijo.

Los Verdes llamamos a toda la ciudadanía, en todo el tejido social ecologista y defensor de los valores ecosociales y cívicos, a todas las personas que aspiran a una sociedad con democracia real, donde no quepa la corrupción política y económica, donde los derechos de la ciudadanía y la solidaridad efectiva puedan hacer de los derechos ecológicos unos derechos fundamentales permanentes, donde la economía esté al servicio de las personas, conservando y regenerando el Planeta para salir de la crisis y pensar también en las futuras generaciones. Para hacer un gran acuerdo verde en todos los ámbitos para cambiar la brutal crisis actual económica, ecológica y política hacia un futuro de esperanza y de paz para toda la Tierra y la Humanidad.

Cartelería de campaña

Cartelería de campaña

Antesdeayer, una periodista de Granada Hoy me llamó porque hacía un reportaje sobre la cartelería que los partidos políticos debían retirar al convocarse oficialmente las elecciones de mayo de 2011. Me preguntó que cuántos carteles y vallas teníamos que retirar en Granada, que a cuánto ascendía el coste, y que qué me parecía la medida legal.

Le dije que nuestra campaña era austera y buscaba la eficiencia, que no teníamos que retirar carteles ni vallas, porque no habíamos puesto ninguna. Me pregunté de dónde sacarían la pasta los demás partidos para el despliegue que habían realizado en Granada, me refiero a PSOE, PP, IU y UPyD (por cierto que la gente cree que aquí en Granada se presenta Rosa Díez, lo que da una idea del tipo de partido que es.) La pregunta que me hice era capciosa. Le dije también que las redes sociales y la red eran nuestra ventaja compartiva.

Para mi sorpresa hoy, el amigo Miguel Ríos, que se llama como el rockero pero no es el rockero, me ha enviado las imágenes de la cartelería de Los Verdes con el candidato. Puedes verlas, si tienes facebook pinchando AQUÍ. Arriba verás una muestra, para mi gusto muy chula. Gracias Miguel.

No sé si Miguel leyó el parrafito que el diario Granada Hoy nos dedicó ayer sobre el asunto de los carteles. El único partido a tener en cuenta que no ha puesto ninguno.

Soy Verde, eres Verde, SOMOS AHORA

El Alcalde, Emasagra y la Calle Ganivet

El Alcalde, Emasagra y la Calle Ganivet

El sábado pasado, en el preciso instante en que la humanidad se solidarizaba con el planeta Tierra, nuestra casa común, PP Torres Hurtado citó a sus huestes para tomar la calle Ganivet recién remodelada, a ritmo de tuna y pasodoble torero.

Además del gris granito de las habituales reformas granadinas en los últimos ocho años, se repiten los ostensos maceteros, unos cuarenta, donde los arbolitos nunca elevarán su talla. Pero, lo que resulta irracional es la colocación de un farol cada dos metros en los soportales laterales (Ganivet es la única calle con soportales de Granada), y unas farolas, muestra barroca arcaica, con dos luminarias cada una, cada cinco o seis metros. Total, más de 130 luminarias. Dispendio insolidario, despilfarro, ceguera lumínica.

Todo eso se hace para 120 metros lineales de la calle de los ricos, al módico coste confesado de 1.200.000 euros. Entre tanto, zonas inmensas de la ciudad están abandonadas, calles y calles enteras sin árboles, barrios donde la limpieza no pasa, lugares públicos sin bancos a la sombra, y lo que tú, lectora o lector conoces, carencias, carencias, carencias.

Nos acabamos de enterar que la reforma Ganivet la ha pagado EMASAGRA. Mentira. la empresa municipal de aguas en manos privadas, Aguas de Barcelona, hace y deshace a su antojo. La reforma la pagan las granadinas y los granadinos en su recibo del agua. Resulta de esto una curiosa solidaridad, la de barrios como Zaidín, Chana, Norte, Albayzín, Realejo, Ronda, Doctores, Pajaritos, Almunia, Juventud, Vergeles, Bola de Oro, Cervantes, Sierra,..., con la jerarquía cofrade y la centuria de oro de la ciudad.

Y más, Emasagra se ha visto beneficiada con el regalo en el Albayzín de una de las casas moriscas más emblemáticas de titularidad municipal, permitiéndole hacer en el barrio del Realejo lo que quiera con su antigua sede. Y más que me imagino.

¿Por qué una empresa tiene que hacer "regalos"? ¿A qué intereses responde? ¿A cambio de qué favores?

¿No sería mejor que el coste de estos regalos, con dinero procedente de todas y todos los granadinos, lo invirtiese en mejorar la red de abastecimiento, en mejorar su capacidad mermada de depuración, en planes de gestión de la demanda?

Ahí quedan las preguntas, intuyo que conozco tus respuestas.

*Foto de Javier Algarra para Granada Digital

Mensaje en una botella

Mensaje en una botella

Estimada ciudadana, estimado ciudadano, gentes de la farándula, activistas sindicales, líderes y lideresas sociales, plataformas ciudadanas, organizaciones civiles todas:

Este mensaje es fruto de un naufragio.

Creíamos que el espacio para la diferencia, la disidencia, el pensamiento crítico, para la impugnación de injusticias, desigualdades, para señalar con el dedo a delincuentes especuladores, para luchar por nuestras ilusiones colectivas, estaba donde lo dejaron quienes lucharon por la libertad.

Eso creíamos, hasta que una virulenta tormenta escoró la nave de la política. Entonces, todo se fue al garete. En la distancia combatíamos expolios, denunciábamos la ausencia de libertades en países remotos, nos oponíamos a la invasión, la matanza y la guerra. Lo hacíamos envueltos en el celofán brillante de nuestra sociedad, de consumo. En proximidad manteníamos la pose de la solidaridad, de la defensa de nuevos derechos, nos alegramos con el matrimonio gay, con las leyes contra la violencia de género, con la protección institucional de la infancia, y eso nos satisfacía. Grandes avances, cierto. Los pequeños importantes detalles no nos interesaban, pues crecíamos a velocidad de crucero en tanto las desigualdad, la precariedad y el deterioro cívico crecían también  tapados por el televisor de plasma y el viaje de novios a Cancum.

Despaciosamente, inconscientes de la migajas que el poder repartía, tomábamos la droga de la desidia y nos dejábamos llevar por el baile de los vampiros. Los alcaldes regalaban libros escolares y entradas para los toros en el mismo acto protocolario.

Los despojos de los millones de los convenios urbanísticos pagaban las fiestas del pueblo, los conciertos de rock y los viajes a Benidorm de nuestros mayores. Entre tanto toneladas de destrucción nutrían los bolsillos de las alimañas. Canapés en periodo electoral y palmadas en la espalda al ciudadano-cliente de izquierdas o de derechas.

Una tupida red de grilletes se tejía con la sonrisa de los peces gordos, sustituía las sinapsis sociales y cortaba la comunicación humana. Artistas confundidos o agradecidos ignoraban la fuerza destructiva del España va bien o del Andalucía imparable. Un nuevo Ciudadano Kane hacía un hatillo y envolvía poder, política y prensa con el mantel de su festín. La juventud ha sido sometida a expolio vital.

Así hemos llegado hasta aquí, ahora náufragos.

Si por un golpe de mar, una ola certera o una ventolina fresca habéis recogido esta botella verde topacio, no dejéis de amplificar la onda modulada de este mensaje:

“Haced política, señalad nuevos caminos, no la dejéis en manos de los de las brillantes corbatas, asumid vuestra responsabilidad social, no consintáis, no toda la política es igual, las gentes comprometidas no han venido al mundo para lucrarse como nos quieren hacer creer los desalmados. La democracia está herida.”

Un carroñero grupo de berlusconis acecha esperando el asalto definitivo.

Al Sacromonte con Los Verdes

Al Sacromonte con Los Verdes

Nací en el Albayzín, una casualidad como otra cualquiera. Que conforma parte de mi identidad granaína. Allí vivían mis abuelas, también mis abuelos.

El otro día, en la concentración contra el traslado del Centro de los Servicios Sociales, le dije a unas "agüelicas" activistas: ahí vivía mi abuela, la de la voz de cántaro, Encarna. Me gusta presumir de albayzinero. Ningún candidato puede hacerlo.

Mi abuela hacía unos pucheros de col los domingos con los que reunía a toda la familia. Yo llevaba a mis amistades en tiempos de estudios, Granada es una ciudad universitaria y mucha gente tiene la familia lejos. Todavía me recuerdan los pucheros de col de la abuela.

Un domingo estaba en la Alhambra con mi amigo Aurelio, que era de La Mancha albaceteña, contemplando el Albayzín, eran las dos de la tarde. Me dice, huelo el puchero de tu abuela. Allá que fuimos. Bajamos por la Cuesta de los Chinos hasta el río, subimos por la Cuesta del Chapiz hasta cerca de la Placeta Aliatar, y nos plantamos en su casa albaycinera con una azotea soleada.

¡Niños! dijo con esa voz profunda, traéis cara de enmallaos, venid pa´ca que eso lo arreglo yo en un momento. Cabriolas hicimos con aquel puchero gustoso y contundente.

Tengo más anecdotas, quizá otro día. Se conocía todos los villancicos del barrio, cuánto lamento no haberlos grabado alguna nochebuena.

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Este cuento viene a cuento de que este doningo vamos a dar una paseo por el Sacromonte, el barrio que se escurre desde el Albayzín al río Darro (viene de dauro, el río de oro, nombre latino.) El evento está creado en facebook, y dice así:

El domingo 27 de marzo, el grupo Actúa Verde dará un paseo por uno de los barrios más hermosos de Granada. Nos vemos a las 13 horas en Plaza Nueva, y de ahí por la Carrera del Darro hasta el Peso de la Harina, el Sacromonte, Valparaíso y lo que nos apetezca. Jorge Fernández Bustos nos irá contando cosas del barrio, de flamenco, de gitanos, de payos, de cuevas y chumberas, de naturaleza y convivencia.

Aprovechamos la visita para preparar otros eventos por la igualdad, la justicia social, contra el racismo y la xenofobia.

Podéis traer a vuestros chaveas, chaborrillos y chaborrillas. Esperemos que no caiga pañí, y no os preocupéis por el parné. Vamos a divertirnos, así que despejad vuestros chacáis.

* Ilustración: "Albayzín" de Eugenio Gómez Mir

La fiesta de la primavera, una reflexión

La fiesta de la primavera, una reflexión

Fundamentos. No hay duda que el botellón es fruto de una pulsión lúdica. Quién no esté de acuerdo con esta afirmación y solo vea bulla y orines, habrá perdido la oportunidad de plantear soluciones cívicas, indispensablemente democráticas.

El juego, ya lo dijo Johan Huizinga en «Homo ludens», no es una exclusiva humana, juegan los animales, más cuanto más jóvenes. Como planteó el historiador holandés jugar estuvo en el origen de la cultura. El juego establece reglas y límites distintos de los que impone la vida ordinaria. El principal anhelo humano es la diversión. Di-versión significa la otra versión de la vida, asequible solo transgrediendo lo cotidiano, ilusionándose para olvidar la dura realidad. Porque, bien mirado, la búsqueda del alimento, del cobijo o del sexo es pura animalidad que, afortunadamente, hemos logrado investir de humanidad; y, de otro lado, la dedicación diaria al estudio, al indispensable trabajo o a la acumulación consumista es una autoimposición reflejo del canon social.

Divertirse festivamente es una actividad a la que la juventud es especialmente propensa y para la que está particularmente dotada. Además, Granada, por su potente universidad, dispone de una entrenada cantera para hacer germinar la semilla de la fiesta allá donde una sola gota la estimule. Tachar a la juventud que se divierte en la botellona de antisocial es echarlos a la cuneta de la vida organizada que queremos para ellos y ellas. No debemos olvidar que son nuestros hijos e hijas. Insisto, de todos, ¿o es que los veinticinco mil participantes en la fiesta de la primavera no tienen padres ni madres? Piensen lectores que su hijo o hija podrá estar en los botellones de la fiesta de la primavera, de la fiesta del Día de la Cruz o de cualquier otro que se organiza más o menos espontáneamente.

Referentes. Las concentraciones masivas para divertirse, donde el alcohol corre a raudales, no son ninguna novedad. La romería del Rocío inventó el rebujito, no se qué fina coctelería nos regalará en el futuro la de la Virgen de la Cabeza; ambas en contextos campestres. Las grandes fiestas de Andalucía, particularmente las ferias de Sevilla, de Jerez de la Frontera y de Málaga son concentraciones masivas, que duran días enteros, donde el alcohol es la sustancia psicotrópica más usada. En Granada el Día de la Cruz de Mayo siempre ha sido condimentado con la alegría narcótica de la música y la bebida, además de la sana consumición del bacalao y las habas. Fuera de Andalucía tendríamos muchos referentes pero creo que las fiestas de Pamplona, los Sanfermines, son una concentración paradigmática con atractivo internacional; magna botellona callejera que dura desde el chupinazo hasta el «pobre de mí».

Coadyuvantes. Introduzcamos ahora en el análisis algunas claves novedosas que hace tan solo unos años no se daban y que son producto de sociedades muy urbanizadas y tecnificadas. En un radio de setenta kilómetros desde el centro de Granada capital hay una población superior a los seiscientos cincuenta mil habitantes, muchos de ellos jóvenes con posibilidades de moverse más fácilmente que antes. El efecto llamada de la oferta de trasgresión lúdica alcanza a todo el área metropolitana, a los pueblos y provincias cercanas, y a las lejanas bien comunicadas, o con días festivos coincidentes, como Valencia. La mensajería móvil, el twiter y demás redes sociales, son herramientas de convocatoria potentísima que ellos y ellas usan como nadie; todo el mundo sabe donde está todo el mundo. El referente es la masa. El clima primaveral se ha dulcificado en el sur, pasar la noche en la calle es más apetecible sin frío y sin lluvia.

Contexto. Ante la fuerte demanda de diversión, la oferta lúdica juvenil es escasa, cara y, en muchos casos, hipócrita al no reconocer sus verdaderos gustos. Añadiendo a esto la mercantilización de todo lo festivo comprenderemos que los jóvenes tengan que montarse alternativas por su cuenta, huyendo de las tradiciones que les imponen quienes ostentan el poder político, económico, laboral, educativo o familiar. Mercantilismo, consumismo son abonos del individualismo, muchos ejemplos diarios de incivismo provienen precisamente de quienes debían ser referentes de comportamiento. Por consiguiente, los ingredientes están servidos. La Fiesta de la Primavera, olvidada por las instituciones que la propusieron, surge imparable y desordenada a iniciativa popular de los chavales y chavalas que esperan las vacaciones de Semana Santa. Después, el Día de la Cruz se convierte en una fiesta incontrolable, agresiva con la ciudad y sus habitantes. Preludio la primera de la apoteosis de borracheras y vomitonas de la segunda. La busqueda de la diversión juvenil se usa por los poderes para criminalizar a la juventud. Total: un sin sentido. Fácilmente esta situación intolerable hace que los políticos eludan la responsabilidad, que la tienen; y las voces populares reclamen prohibición y mano dura, con la razón de la superficialidad.

Carencias. La botellona es una excusa para el contacto y la diversión, tiene sus normas internas y su proceso, un ritual que debe conducir al contacto amistoso y la diversión. Si las instituciones que tienen los medios para intervenir no reconocen su orden interno, negando la mayor, no encontrarán la manera educada de actuar. Para que una fiesta sea, como tal, cultura ha de discurrir por cauces organizados y civilizados, ha de nacer con un sentido colectivo. Es aquí donde la botellona falla. Supone una gran concentración de grupúsculos que las más de las veces se relacionan entre ellos y las menos, aunque notorias, entran en el enfrentamiento abonado por la carga etílica. No hay un hilo conductor fuera de cada grupo, algo que indique, module y encauce hacia un objetivo de nivel superior. Las fiestas religiosas, como las romerías, procesiones o cultos comunitarios tienen el sentido del contacto con lo trascendente y la divinidad al que va dirigido todo el orden que impone su liturgia. Las fiestas laicas, como las ferias, los grandes partidos de fútbol u otras manifestaciones deportivas, los macroconciertos de música están, de igual modo, reglamentadas y dotadas de sentido. Bien sea éste disfrutar con el triunfo de nuestro equipo, con los amigos fuera de la rigidez habitual, la liberación mediante el baile y la audición del grupo de rock preferido, o favorecer los intercambios económicos.

Todo ritual social establece una procedimiento a la búsqueda de un sentido. Justamente es la ausencia de referentes externos lo que lleva del desorden, al sin sentido. Lo que le falta al día de la Cruz y al día de la primavera es, de un lado, nuevos referentes comunes que le den sentido y, de otro, una organización que sirva de dique de contención a la algarabía desenfrenada. Referentes que no pueden ser impuestos por los adultos bienpensantes, han de ser juveniles.

Reorientar. El botellón es una explosión pagana abandonada a su suerte por quienes tienen el deber de organizar y reglamentar. Es necesario reconducir la pulsión lúdica sin hipocresías, si ha de haber alcohol que lo halla. Las cruces eran cosa de vecinos. Expulsados y ausentes los jóvenes de la vecindad -en los barrios tradicionales ya casi no hay población joven-, se montan su tinglado al margen. Es necesario replantearse la fiesta en profundidad. Reconducir significa establecer un nuevo camino dentro de otros límites, no significa taponar, si no encauzar. Urge, pues el río puede desbordarse hasta la catástrofe. Y, desde luego, utilizar medidas represivas, coercitivas y policiales hablarían de nuestra incapacidad de interpretación, de nuestra incomunicación con los jóvenes y de nuestra impotencia.

Las obras de encauzamiento han de poseer la belleza de lo sutil y la aparente sencillez de lo complejo. 

Ordenar y ritualizar. En Granada las autoridades se han limitado a imponer restricciones incumplibles, en tanto han abandonado la potenciación de su ordenamiento ritual con  la participación de toda la ciudadanía. Eliminar el día de la cruz no impedirá que continúe la juerga descontrolada. Multar por beber en la calle o por mear, de dudosa eficacia contra el trincado in fraganti, requerirá un policía detrás de cada cual. Pero sí hay muchas cosas que se pueden hacer con dinero público, que son muchísimo más baratas que horadar, hormigonar, macizar, enlosar y rotondear la ciudad, endureciéndola y deshumanizándola. Cosas que no se hacen. Ofrezcámosle a los jóvenes sus fiestas organizadas. Establezcamos los recintos que tienen capacidad de acogida para miles de personas. Programemos los días clave, el de la Cruz y el de la Primavera, actuaciones callejeras durante el día en todas y cada una de las plazas de Granada. Al atardecer y por la noche el pop, el rock, el rap, el hip hop y la música en general deben inundar a precios irrisorios el pabellón de deportes, la plaza de toros, y cuantos otros escenarios del área metropolitana estén dispuestos a participar. La diputación y la Junta también tienen mucho que hacer y que decir. Los recintos para espectáculos deportivos están adaptados para acoger multitudes; hoy ¿qué pueblo no dispone de campo de fútbol o de un teatro al aire libre? La desconcentración de la oferta festiva y la contemplación de espectáculos como cauce de diversión y contacto evitará la afluencia indiscriminada al centro de la ciudad y los barrios históricos. Ni prohibir ni limitar la bebida. Pasacalles que inviten a estar y participar. A mirar y contemplar. En los lugares donde se prevean altas concentraciones multiplicar por mil los puntos para echar la basura, las instalaciones sanitarias y los servicios. La percepción de espacios ordenados induce al comportamiento reglado. Y cobrar, cobrar por los envases, para incentivar su devolución en puntos de recogida (plásticos, latas, bolsas.)

¿Acaso creemos que a la juventud más preparada que jamás haya tenido este país le gusta hacer sus necesidades en la calle y tirar las basuras al suelo? Es necesario que la política asuma su responsabilidad, la represión conducirá, sin más, a otro punto débil por el que afluyan las ansias de alegría.

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* Ilustración de Ana Cuellar: "Diversión"

Des-Tapa, premio

Des-Tapa, premio

El otro día Juan, el de El Altillo, me dijo que se presentaba al concurso "Granada de tapas". Tenía una idea, me la contó: Croquetita de habas con jamón enlatadas, a modo de protesta, con chips de alchofas y brotes de la vega.

Luego me dijo que quería hacer un texto de presentación para ponerlo encima de la tapa, también me contó de qué podía ir. Me pidió que se lo escribiera, porque que si tal y que si cual. Vale le dije, te lo traigo a ver si te gusta.

Ha sido uno de los cuatro premiados, hoy recoge el premio de manos del alcalde. Me dice irónico, ¿quieres que le diga algo de tu parte?, ya se lo digo yo ¿no me has oído esta mañana en la Ser?, le he dado un poco de caña por el asunto del botellón.

Por lo visto, con la exquisita tapa, el texto también fue celebrado.

Es este:

¡Eso es! Des-Tapa y sorpréndete de los sabores de nuestra tierra.

El Altillo tiene su filosofía. Su propia gramática de la creación culinaria. Color, olor y, sobre todo, sabor al servicio de los productos granadinos.

La tapa pide, la tapa protesta por ser vista, quiere ser conocida, degustada.

Conociéndola entablarás una relación amable con nuestra agricultura, con nuestro comercio de proximidad, con nuestra producción ecológica, con lo mejor de nuestro pasado y lo mejor de nuestro presente.

Nuestra filosofía es el respeto por el medio ambiente, por la artesanía y la dignidad del trabajo bien hecho. El futuro.

¡Des-Tapa! ¡Degusta! ¡Disfruta!

La música en vivo es cultura

La música en vivo es cultura

Me tomo la libertad de reproducir aquí el contenido de la octavilla que nos pasaron ayer en Puerta Real personas de la "Plataforma la Música en Vivo es Cultura."

Lo compartiré en facebook, y allí en un comentario fijaré el origen de las responsabilidades políticas. Ni que decir tiene que si lo comparto es por que comparto su contenido:

"La riqueza que supone para Granada su variedad de manifestaciones musicales está fuera de toda duda; pero las dificultades para hacer música en vivo en esta ciudad están aumentando cada día que pasa. Ya sabemos que el problema de fondo es una legislación estatal que obstaculiza los conciertos con exigencias excesivas al aplicar requisitos de “salas de fiestas” a todos los locales; pero la rigidez o flexibilidad de la aplicación depende de cada ayuntamiento, y no cabe duda de que el de Granada tiene una obsesión por perseguir cualquier manifestación musical que se escape de su control. 

Se acumulan las denuncias y cuantiosas multas contra locales que programan conciertos; en esta época de crisis suponen una estocada mortal para los negocios, que incluso acaban en cierre. Por supuesto que el derecho al descanso de los vecinos debe ser compatible con la realización de una actividad cultural como de hecho son los conciertos, se trata de aplicar el sentido común: se está multando a locales por el simple hecho de hacer música sin la licencia específica (en muchos casos se les visita a las 11 para darles la denuncia, no es por un desfase horario). Con esto se consigue el efecto que se persigue: el miedo generalizado en todos los locales al “Me puede tocar a mí”.

Lo mismo se puede decir de hacer música en la calle: la arbitrariedad de que te dejen, o no, actuar en una plaza, logra que todo el mundo esté “pendiente de un hilo”, dócil a la concesión (o no) del permiso que exige la Ordenanza “de la Convivencia”.

Se supone que este recrudecimiento del control en época pre-electoral se hace con la intención de mostrar a los votantes su “batalla contra el ruido”, pero en realidad es una excusa que está llevando al exterminio del tejido cultural que supone la música en vivo en una ciudad como Granada.

Para hacernos oír y para frenar este tipo de medidas se constituye esta Plataforma, como punto de encuentro de las personas que hacen música y de las que la disfrutan: LA MÚSICA EN VIVO ES CULTURA."

Por fin una entrevista en la Teli

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Ha tenido que ser Azul TV en Granada la que abra el espacio, por primera vez al candidato de Los Verdes a la alcaldía de Granada. Tenemos muchas cosas que decir, queremos que la gente sepa lo que pensamos.

No es probable, más bien es altamente improbable, pero espero que pronto nos llamen Canal Sur y TG 7, al fin y al cabo son televisiones públicas. Y, por qué no, que nos llame también Alhambra televisión.

Y, si hay debates, estamos disponibles.

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Soy Verde, eres Verde, SOMOS AHORA

La brisa de Actúa Verde

La brisa de Actúa Verde

El sábado día 19 de marzo, entre las 12 y las 15 horas, Actúa Verde estará en Puerta Real. Tendremos una mesa informativa.

Esta ciudad busca el "Instante Preciso" que abra la ventana para que entre el aire limpio, una brisa fresca y pacífica.

Si nuestra ciudad fuera como un bosque habría muchas gentes que entienden que el debate está donde están las necesidades de las personas, y no donde están las ilusiones ópticas de políticos codiciosos y complacientes.

Actuamos contra lo que hay:

- Contra CAPRICHOS ----- CULTURA y EDUCACIÓN
- Contra DESPILFARRO ---- EFICIENCIA y AUSTERIDAD
- Contra INJUSTICIA ------ JUSTICIA y SOLIDARIDAD
- Contra DESEMPLEO ----- ECONOMÍA ECOLÓGICA
- Contra DESIGUALDAD --- EQUIDAD y DIGNIDAD
- Contra PASIVIDAD ----- ALTERNATIVAS y PROPUESTAS
- Contra CONNIVENCIA --- CIUDADANÍA y PARTICIPACIÓN

Ven a conocernos, te esperamos.

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Andalucía Antinuclear

Andalucía Antinuclear

El ecologismo ha concentrado su presión sobre las nucleares en la inseguridad y riesgos de las mismas, pues los efectos de los accidentes son gravísimos, concretamente el que sucedió en la central ucraniana el 26 de abril de 1986 fue devastador, un extenso territorio y cientos de miles de personas sufrieron y sufren las consecuencias. ¿Qué ha pasado en Japón, tras el terremoto del antier? Lo sabremos con más certeza en los próximos días.

La subida continuada del precio del petróleo, motivada por múltiples factores, y por la evidencia de que estamos en un punto de no retorno en cuanto al descubrimiento de nuevas reservas, lleva a los agentes económicos al uso a reabrir el debate nuclear para renuclearizar, y esta vez de forma acelerada, las fuentes de suministro energético. Los defensores de un nuevo boon nuclear afirman que la construcción de nuevas centrales contribuirá a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Lo cierto es que los problemas derivados de la industria nuclear, a pesar de las grandes sumas de dinero que los presupuestos públicos de los países desarrollados han dedicado, siguen siendo los mismos que hace decenios. El problema de los residuos altamente tóxicos, con vida media de centenares de años, no está solucionado (ni lo estará). Las centrales nucleares siempre se han construido con ayudas públicas, y se han cerrado repercutiendo el coste en la factura de los consumidores de electricidad. La energía nuclear permite una alta centralización en la producción y distribución, por lo que es una herramienta antidemocrática de control político por parte del poder económico.

La idea de que la energía contenida en los núcleos atómicos es prácticamente ilimitada se traduce en la impresión de que disponemos de recursos ilimitados para seguir manteniendo un modelo industrial insostenible en el uso del medio ambiente y de materias primas. Pero esto no es cierto, el combustible nuclear también es agotable.

Por otro lado, y esto se está poniendo de manifiesto con el veto a Irán para que construya centrales nucleares, resulta clara la relación entre programas de desarrollo nuclear y armas nucleares; por no hablar de la inseguridad añadida ante cualquier tipo de conflicto por ser las industrias nucleares potenciales objetivos bélicos o terroristas.

En términos económicos, la consideración de la energía nuclear de fisión como la energía más barata se ha construido sobre una falacia, sobre una operación de ingeniería económica y financiera. Sumando, al costo de construcción, operación, mantenimiento y desmantelamiento de una nuclear, la gestión medianamente segura de los residuos nucleares y la construcción de los almacenamientos geológicos en profundidad –AGP- obligatorios para antes de 2018 (esta idea creo que ha sido ya abandonada por falta de financiación pública). Las cuentas no le salen a nadie. Si incluimos lo que una aseguradora cobraría por garantizar la cobertura de los daños provocados por un accidente nuclear, el balance en contra resulta abrumador y definitivo.

En España no podemos considerar que la energía nuclear contribuya al autoabastecimineto, pues no es generador de energía quién depende tecnológicamente del exterior para el mantenimiento de su producción, o para el enriquecimiento de uranio. La energía nuclear no produce PIB, produce sólo beneficio bancario (¿quienes son los propietarios últimos de las centrales?). El territorio que la acoge es, simplemente, un contenedor de riesgos. En cuanto a su contribución al cumplimiento del protocolo de Kioto cabe decir que el cuarenta por ciento de las emisiones de CO2 se deben al transporte, sector en el que no podría competir la energía nuclear.

Pero el mito nuclear no termina con la fisión. La promoción de la energía nuclear de fusión, proceso que reproduce una reacción similar a la que ocurre en el núcleo del sol, tiene, en términos económicos, un significado similar al expresado para la fisión: elimina el problema del riesgo de la radioactividad y de los residuos radioactivos pero contabilizando los años y las inversiones necesarias para su, aún dudoso, desarrollo comercial, no salen las cuentas. Como ponía de manifiesto en un encuentro de Científicos por el Medio Ambiente el catedrático de termodinámica de la Carlos III, Antonio Ruiz Elvira, han sido necesarios 90.000.000.000 (noventa mil millones) de euros para obtener 0,001 segundos (un milisegundo) de energía neta. Y lo que es peor, una vez conseguida, la tecnología y la producción estarían concentradas en unos pocos grupos financieros que tendrían a los países, poblaciones y gobiernos atrapados con el chantaje de su dependencia.

Energías renovables, eficiencia energética y sostenibilidad son las recetas razonables y racionales que contribuyen al bien común, lo demás son mentiras.

La producción y consumo de energía nuclear transfiere a la sociedad y a la naturaleza fuertes externalidades negativas no contabilizadas en los balances financieros de la industria nuclear. Los riesgos para la salud ciudadana y ambiental, el expolio permanente de capital monetario de carácter público, la concentración de poder económico y la subversión de la democracia política son quebrantos que actúan sobre la capacidad de los pueblos de decidir su futuro libremente.

Por otro lado, y ya refiriéndome a Andalucía, el tráfico marítimo en el Estrecho de Gibraltar de submarinos militares nucleares, de armamento nuclear y de residuos radioactivos, supone un peligro inadmisible para la población y el entorno marítimo-terrestre próximo.

El combustible nuclear es agotable, su tratamiento para ser utilizado en las centrales nucleares aumenta la dependencia externa de nuestro sistema energético. Los residuos de baja, media y alta actividad requieren de inversiones públicas millonarias para su almacenamiento y tratamiento, hipotecando la libertad y calidad de vida de las generaciones futuras.

El cambio climático está provocado por dos vectores interrelacionados, el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero y el aumento permanente del consumo energético. La energía nuclear puede actuar sobre el primero, pero no sobre el segundo. Sin embargo, el cambio en el modelo de generación de energía eléctrica, tanto de procedencia nuclear como de los combustibles fósiles, puede hacerse con inversiones monetarias muy inferiores en energías renovables y en eficiencia energética, las cuales tienen el valor añadido de ser autóctonas y de ser intensivas en la generación de empleo. Las externalidades de las renovables son fuertemente positivas, pues son intensivas en empleo, reducen fuertemente las afecciones sobre el medio ambiente y limitan la concentración de los poderes político y económico.

La energía nuclear es un arma de la economía especulativa, las renovables pueden cimentar la soberanía energética de los territorios políticos y favorecen la economía cooperativa.

Por estos motivos, proponemos esta línea de trabajo político:

1. La declaración institucional de todos los municipios de Andalucía como “Libre de Energía Nuclear.”

2. La firma de un acuerdo entre Marruecos, Reino Unido y España, implicando directamente a Gibraltar y Andalucía para la desnuclearización del Estrecho.

3. El establecimiento de un protocolo informativo de la situación nuclear de las bases militares extranjeras asentadas en el territorio andaluz, Gibraltar, Rota y Morón.

4. La no ampliación del cementerio de residuos nucleares de El Cabril.

5. La aprobación de una Ley de balance y contabilidad energética de Andalucía que establezca un sistema de evaluación permanente de la transición hacia un modelo energético más eficiente y renovable.

Nucleares No, gracias.

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Sobre la ciudad (8 de 8)

Sobre la ciudad (8 de 8)

Sobre la ciudad, y 8

Entre tanto, «el poder político de las ciudades en vez de leyes y normas (ordenanzas municipales) produce visiones y proyectos estratégicos».[2] Las alucinaciones megalómanas de los alcaldables, actúan como ilusiones ópticas; muy útiles para ganar elecciones y, desde luego, para retroalimentar la destrucción de la vida ciudadana y atrofiar la auténtica actividad política, que debería ser la «pasión vital de la ciudad»[3]. Si una ciudad se destruye, se destruye el centro de la política y la política misma; y, si no hay estructura comunitaria que la sustituya aparecerá la barbarie. Cuando la ciudad, que nace completamente desarticulada, demanda servicios públicos de transporte, mejora de las redes de abastecimiento de agua y energía, acceso a las redes de conocimiento, nuevas circunvalaciones, inversiones en seguridad y servicios sociales cada vez más onerosos, los ediles gritan al gobierno autonómico y central demandando dinero e inversiones en seguridad ciudadana. Y es que, utilizadas las plusvalías fiscales por recalificación del territorio en proyectos visionarios, las fiscalidad municipal será cada vez más un instrumento recaudatorio para el parcheo en lugar de un instrumento reequilibrador y mantenedor de la cohesión social.

Cuando más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanizadas, la ciudad no puede declararse inocente de los problemas medioambientales que aquejan a «la tierra herida»[4].

Después de lo dicho, mirando al futuro, y reconociendo que a pesar de todo es la ciudad la madre que nos cobija, donde nos encanta vivir, porque es el lugar con más diversidad de oferta vital, y en el que podemos desarrollar nuestra vida formativa, laboral y de ocio con más garantías de éxito y placer, creo que es posible trabajar para conseguir humanizarla.

Contra la ciudad oferta turística, hemos de reivindicar la ciudad como un lugar para la convivencia, para el estímulo de relaciones solidarias con nuestros conciudadanos y con otras ciudades; amable con nosotros y con quien nos visita. Contra la ciudad compartimentada funcionalmente, necesitamos una ciudad orgánica y mezclada. Una ciudad que no se venda a los grandes grupos inversores en forma de trozos de pastel territorial, de servicios públicos privatizados, o de negocio particular. Una ciudad cuyas instituciones se preocupen no solo por la economía, sino más por la ecología. Una ciudad blanda, con jardines con tierra y árboles de gran porte en ellos y en sus calles. Una ciudad no competidora, que ayude al mantenimiento de la población activa en los pueblos próximos, en los menos próximos y en los lugares lejanos. Una ciudad autocontenida, limitada y no ambiciosa que sepa vivir sin aumentar indefinidamente su Producto Interior Bruto. Una ciudad que no se deje llevar por la «tiranía de tráfico».[5] Una ciudad donde la población se mueva en transporte público energéticamente eficaz. Una ciudad que promueva la eficiencia energética y las tecnologías no contaminantes. Una ciudad que aspire a emitir cero contaminantes y cero aguas sucias, una ciudad que autogestione sus emisiones y efluentes y ponga límite a sus inmisiones y sus consumos. Una ciudad de ciudadanos que aplique el «pensar global y actuar local» de la Declaración de Río de 1992. «Una ciudad de preguntas, y no una ciudad de respuestas.»[6] En definitiva: Una ciudad gobernada por quiénes se ocupan de todos[7] y no por quiénes se ocupan de ellos.

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[2] Paolo Perulli: Ciudad y técnica. Madrid 2005, Revista de Occidente, Nos 275, p. 41.

[3] Raimundo Viejo Viñas:En Guerra global permanente, la nueva cultura de la inseguridad. Madrid 2005, Los Libros de Catarata, p. 101.

[4] Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro: La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? Barcelona 2005, Ediciones Destino.

[5] Fernando Chueca Goitia: Op. cit. Madrid 2002, Alianza, p. 208.

[6] Rafael Argullol: Diario El País, 25/09/2004.

[7] Daniel Innerarity: Diario El País, 13/12/2004. ¿Y quién se ocupa de todos?

Ilustración: Azul y gris, de Marck Rothko

Sobre la ciudad (7 de 8)

Sobre la ciudad (7 de 8)

Sobre la ciudad 7

La forma de la ciudad, su tamaño y su densidad previene o genera problemas sociales, económicos o ambientales. El modelo y las necesidades de transporte y movilidad influyen decisivamente en la calidad ambiental. Las ciudades que se hacen dependientes del vehículo privado incrementan su nivel de ruidos, los atascos, el consumo energético, y la contaminación.[1] La necesidad de viales asfaltados para el acceso a las urbanizaciones produce una fragmentación de los ecosistemas sean agrarios o naturales. Las vías de alta capacidad y las carreteras importantes rinden en su diseño tributo a la velocidad y demandan seguridad. Por ello se iluminan indiscriminadamente, se aíslan mediante vallas y se evita la plantación de árboles de gran porte como los que antes sombreaban los caminos. Oigo en la radio una de las últimas grandes ideas en materia de seguridad en el diseño de circunvalaciones y vías iluminadas urbanas: la sustitución de los báculos de las farolas por otros más flexibles que absorban el impacto con menor riesgo para los ocupantes del vehículo en caso de accidente. Otro día, la futura directiva europea que obligará a los fabricantes de automóviles a incorporar un sistema automático de aviso en caso de accidente. De nuevo, más de lo mismo: sigamos corriendo en nuestro propio vehículo y demandemos al estado altísimas inversiones en seguridad vial, y la los fabricantes sistemas de seguridad cada vez más sofisticados. Con lo sencillo que sería limitar de fábrica la velocidad que puede adquirir un vehículo.

Hace tiempo que en nuestra democracia la política real dejó de ser el espacio etéreo en el que las ideas sobre la sociedad se confrontan, para convertirse en el lugar donde se protegen los negocios. El progreso humano, hoy que tenemos los mejores medios tecnológicos para usarlos a favor del beneficio común, es entendido como aquello que favorece el consumo de bienes materiales e inmateriales sin límite. Los indicadores económicos que manejan nuestras clases dirigentes aluden en todo caso a la cantidad de riqueza producida, acumulada y consumida, en tanto abandonan las apreciaciones sobre eficiencia y calidad del proceso productivo, e ignoran la degeneración inducida por el modelo de… ¿Desarrollo? En este contexto, el derecho a disfrutar de una vivienda digna, recogido en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en le 47 de la Constitución Española, se ha convertido en la obligación de padecer la imposibilidad de adquirir una vivienda a un precio que no hipoteque la vida personal y familiar durante decenios. Sobre el bien inmobiliario recaen significados paradójicamente contradictorios. Por un lado es un objeto con pretensiones de durabilidad, de ahí su función como valor de inversión. Por otro es un bien de primera necesidad que el sector de la construcción ha transformado en un producto industrial consumible. Ambos aspectos favorecen su uso especulativo.

La ciudades de hoy están siendo planificadas y forzadas a crecer por el poderoso sector económico de la construcción. Un sector de alta demanda energética y muy intensivo en la utilización de recursos. Un paisaje de gigantescas grúas ha igualado a todos los pueblos de España. Las plusvalías generadas por las constructoras, se reinvierten en suelo y nuevas construcciones en una espiral sin límite y sin sentido. Los PGOUs son instrumentos exclusivamente utilizados para la ampliación de los límites construibles, en lugar de ser instrumentos para la integración de todos los aspectos de la vida ciudadana y para la mejora de la calidad de vida local. La legislación urbanística, además de ser farragosa y críptica para la población, es sistemáticamente incumplida. Las ilegalidades se legalizan con el mero transcurrir del tiempo. Mejorar la calidad de vida urbana en las urbanizaciones que se están construyendo implicará inversiones en regeneración del entramado social y comunitario que se verán hipotecadas por las necesarias para el mantenimiento de redes cada vez más extensas y dispersas, y por el elevado costo de los servicios públicos.

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[1] Michael Buxton: La ciudad ecológica. Madrid 2004, Revista de Occidente Nos 290-291.

Ilustración: Madrid desde las torres blancas, de Antonio López

Sobre la ciudad (6 de 8)

Sobre la ciudad (6 de 8)

Sobre la ciudad 6

Hoy, la mayoría de nuestras ciudades no absorben población suficiente para justificar la enorme demanda de suelo urbano. Crecen por crecer. Se abandonan los centros históricos y se utiliza el bien inmobiliario como inversión segura de capital. La modificación del uso del suelo genera plusvalías que repercuten en los ingresos municipales, pero que requieren inversiones y estructuras de servicios cada vez más caras. La dependencia de los ayuntamientos del sector de la construcción antepone los intereses sectoriales a los intereses ciudadanos. Los centros históricos o tradicionales, deteriorados por la falta de respeto por el pasado y salpicados de aberraciones constructivas en aras de una modernidad de relumbrón, se rehabilitan, en el mejor de los casos, con políticas de recuperación y mantenimiento de fachadas y formas, en tanto sufren una compartimentación interior de las viviendas que, junto con su elevado precio, hacen imposible su ocupación por familias medias. Nuestras ciudades históricas convierten sus cascos antiguos en frenesíes turísticos, o en exclusivos centros comerciales abiertos. En centros hosteleros de día y centros hoteleros de noche. La ciudad pasa de ser un lugar de convivencia y diversidad social a un objeto dedicado exclusivamente a la oferta turística y al mercado. La ciudad en venta y para la venta.

Al mismo tiempo, la imitación del modelo de urbanismo difuso norteamericano, hace crecer las urbanizaciones deslavazadas de la trama urbana. Los promotores presionan sobre los territorios menos abruptos y sobre los más próximos a vías de comunicación; a veces, las tierras preferidas coinciden con las más fértiles. Es bien conocida la expresión “a cinco minutos del centro” o “a quince minutos…”, según el tamaño de la ciudad. En los últimos años, en España, la elevación del nivel medio de renta familiar, favorecido principalmente por la incorporación de la mujer al mercado de trabajo[2], y por la oferta de dinero a interés bajo, consecuencia de la convergencia con parámetros económicos fijados por la U.E., junto con la aceptación social de la propiedad inmobiliaria como un indicador de estatus (al igual que el modelo de vehículo) han actuado de fermentos para fomentar el mercado de la segunda residencia. Este mercado presiona básicamente sobre el litoral. La demanda se ha extendido allende nuestras fronteras, alentada, indudablemente, por la climatología y los eslóganes turístico-comerciales del tipo “Spain, a country under the sun” o “Urbanización con vistas al mar”. Las manchas de urbanizaciones en el territorio interior se corresponden con las franjas de urbanizaciones costeras, productos del mismo modelo destructivo. Pero hay más, no contentos con la destrucción de nuestro litoral en sus dos terceras partes, un nuevo fenómeno ha venido a agravar los problemas medioambientales derivados del uso urbanístico indiscriminado del territorio: las vistas al mar están siendo transformadas por vistas al campo de golf. Así, el uso mercantil y especulativo del suelo y de la propiedad inmobiliaria inunda el territorio de ladrillos, alquitrán y hormigón convirtiendo a las ciudades y pueblos en “no ciudades”, y al resto del territorio en una conurbación residencial llena de unifamiliares, pisos y apartamentos desocupados la mayor parte del año.

Todo crecimiento urbano va obligatoriamente acompañado del crecimiento de las redes. Entre ellas, las redes energéticas, de agua y viarias son las imprescindibles para soportar al resto del entramado de servicios. La dispersión de la población en las conurbaciones dificulta y encarece la implantación de los servicios públicos. La educación, la sanidad, la movilidad, la seguridad públicas se ven dañadas o impedidas. Por otro lado, la descontextualización de las actividades humanas y ciudadanas obstruye la percepción de la comunidad e induce al incremento de comportamientos grupales antisociales (los efectos del botellón son un buen ejemplo de ello). El modelo de ciudad dispersa no tiene en cuenta la necesidad de servicios públicos gratuitos y universales. La ciudad se deshumaniza pasando de ser el centro de la vida en comunidad, la vida humana por excelencia, a ser un lugar en el que se habita y, muchas veces, se sobrevive.

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[2] Es como sí el sector financiero y el de la construcción, en un cálculo preciso, hubieran decidido apropiarse, como mínimo, de uno de los sueldos de la pareja durante varios decenios. El trabajo de los dos miembros de la pareja no ha repercutido sobre la mejora de la educación y las relaciones familiares. El tiempo libre, el de fin de semana y vacaciones, queda obligado para el consumo y las compras necesarias.

Ilustración: Berlín, arte callejero.

Sobre la ciudad (5 de 8)

Sobre la ciudad (5 de 8)

Sobre la ciudad 5

En tanto las industrias manufactureras se deslocalizan, en la ciudad consumista en la que vivimos, la ciudadanía se transforma en masa consumidora. De ahí que las asociaciones de consumidores sean cada vez más influyentes, y que la legislación en materia de consumo sea cada vez más gruesa. No existe aún conciencia de la importancia de está transformación conceptual que afecta al residente de la ciudad. La disminución de la calidad democrática tiene que ver con un decremento de la participación política como ciudadanos y un incremento de nuestras intervenciones como demandantes de servicios y mercancías. El paso de ciudadano a consumidor es un nuevo triunfo del liberalismo económico. Frente a la defensa de la calidad de vida para todos y la igualdad social, aparece la defensa del acceso a las mercancías y la bajada de precios como propuestas indiscutidas por la práctica totalidad del espectro político. Una concepción integradora nunca antepondría la figura del consumidor a la del ciudadano. Los derechos de los consumidores no deberían ser más que derechos ciudadanos compatibles con el derecho a una vida digna del resto de la humanidad y del resto de la comunidad biótica en un medioambiente diverso, saludable y equilibrado. La ciudad de hoy es una entidad voraz. Su crecimiento se debe más al consumo que a la producción. Consumir es un acto inmediato, en esencia no contemplativo, mecánico, individualista. Quién consume no piensa. El consumidor es la antítesis del filósofo, se cree libre para elegir encerrado en los templos luminosos de los grandes centros comerciales. Exigir gasolina barata y «considerar el atiborrarse de langostinos en navidad como un derecho adquirido irrenunciable»[1] son posiciones antisociales, insostenibles y germinalmente totalitarias.

La planificación urbana pretende responder a la necesidad de crecimiento inducida por la fuerza atractiva gravitacional que ejerce la potencia comercial y consumista del mundo urbano. La ciudad siempre crece contra el campo. Así el campo deja de ser naturaleza indómita o lugar agrícola, para convertirse en espacio potencial de urbanización del territorio, un lugar, como si dijéramos, a medio camino entre la naturaleza no intervenida y el mundo del artificio que es hoy la gran ciudad. El soporte del crecimiento físico de las ciudades es el suelo. Durante muchos años no se ha visto el límite de crecimiento de la ciudad, no podíamos intuir, siquiera su existencia. La idea idílica de una naturaleza con abundantes recursos y la inconsciencia de que nuestras actuaciones en el medio natural podían tener efectos negativos en nuestra calidad de vida y en nuestra supervivencia como especie es relativamente reciente, a mediados del siglo pasado algunos pensadores comienzan a vislumbrar las consecuencias nefastas de un racionalismo económico que considera todo lo natural como si no tuviera valor de stock o coste de reposición, y que utiliza la tierra, el agua y el aire como infinitos vertederos de nuestros más variados desechos. Y aquí, en los efectos y la consideración del valor para la vida de la condición de posibilidad que es el medio en que nos desenvolvemos, no hubo distinción entre el racionalismo comunista y el mercantilista.

Empujadas por el modelo desarrollista, las ciudades crecen, y en un proceso mimético, favorecido por la demanda de suelo urbano en sus proximidades, crecen también los pueblos de su entorno próximo. Así, lo que primero se llamó cinturón luego será área metropolitana y, pocos años más tarde tomará el nombre de metrópoli. En este proceso expansivo los diferentes precios del suelo, según las zonas, estratifican el mercado inmobiliario y compartimentan el espacio de las ciudades en función del nivel de renta de sus habitantes. Los barrios vívideros son, desde su origen, burbujas que agrupan franjas de nivel de renta.

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[1] Jorge Riechman: Un adiós para los astronautas. Sobre ecología, límites y la conquista del espacio exterior. Lanzarote-Islas Canarias 2004, Fundación César Manrique, p. 86.

Ilustración: Antígona saliendo de palacio, de Jackson Polock

Sobre la ciudad (4 de 8)

Sobre la ciudad (4 de 8)

Sobre la ciudad 4

Podemos considerar a los estados o naciones como asociaciones de ciudades que ejercen su soberanía sobre el territorio que las circunda y las contiene. Una de ellas será el centro del poder político y ahí radicará su potencial de crecimiento. Con la aparición del estado moderno y su organización territorial, la ciudad queda exonerada de sus límites defensivos, que se desplazan al territorio fronterizo con otros estados-nación. La progresiva desaparición de la verdadera vida salvaje (de los depredadores de gran tamaño), y la exportación de las fronteras, permite el crecimiento de la ciudad con independencia de la función defensiva. Hasta entonces el crecimiento de las ciudades ocurría hacia dentro de la muralla estrechando calles, elevando alturas, ocupando huertas, compartimentando y construyendo arcos habitables apoyados sobre las dos fachadas de la calle; después las viviendas y las actividades urbanas pudieron saltar las murallas de la ciudad histórica.

La tensión entre población y recursos disponibles mantuvo a las ciudades dentro de unos límites. En el siglo XVII el 95% de la población vivía en el campo. Tras la revolución industrial se inicia un camino exponencial de mejora de las redes de abastecimiento y de las tecnologías de extracción y transformación que sienta las bases para la obtención de productos en mercados de ámbito mundial. La colonización militar precede a la política y a la económica que la justifican. Por otro lado, la mejora de la salubridad hace disminuir la tasa de mortalidad y favorece el aumento de la población. El crecimiento de las ciudades ha sido propiciado por el incremento de la esperanza de vida y por la posibilidad de abastecimiento a gran escala. La capacidad tecnológica actual permite el suministro de agua, energía y otros bienes de consumo a megalópolis de más de veinte millones de habitantes. Las mercancías pueden moverse de un lado a otro del globo sin más impedimentos que los meramente especulativos procedentes de los acuerdos de libre comercio. Mientras la energía necesaria para estos desplazamientos sea barata y la mano de obra sufra condiciones de explotación, esto seguirá siendo así. Cuando alguien adquiere un objeto made in China, en un “todo a cien” o en cualquier otro comercio, y piensa en su carga impositiva, en los beneficios comerciales del establecimiento, los de los importadores y los del fabricante, se pregunta qué habrá costado el transporte y qué quedará para las personas que pusieron la mano de obra. Por no hablar el acelerado deterioro medioambiental que están sufriendo los países donde están instaladas las fábricas.

Las áreas metropolitanas, las grandes metrópolis aparecen como consecuencia de que la ciudad es un vórtice atractivo de actividades humanas, industriales, comerciales y, hoy más que nunca, de oferta consumista. Incluso los productos artísticos están empezando a exponerse en lugares llamados contenedores culturales. Son continuadores de los museos. El nuevo nombre añade el matiz del embalaje para la oferta turística de masas. La «magia del contenedor»[13] ejerce el efecto atractivo del envoltorio. En los países ricos las ciudades que crecen son las consumidoras. En zonas y países pobres todavía se producen crecimientos por implantación de actividades industriales. Esto es así porque a la industria le da cada vez más igual el lugar de asentamiento. La fuga de fábricas de los países industrializados es lo que se denomina deslocalización. Se busca terreno a buen precio, regalado en muchos casos, acceso a redes y disponibilidad de energía, agua, mano de obra barata y lugares para emitir desechos con facilidad; en definitiva legislación territorial, laboral, de protección de la salud y medioambiental laxa o inexistente.[14]

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[13] Humberto Eco: El museo en el tercer milenio. Madrid 2005, Revista de Occidente Nos 290-291.

[14] La industria, para su fábrica automatizada, sigue sin necesitar ciudadanos, necesita obreros descualificados o de baja especialización.

Ilustración: Emergen de la noche gris. de Paul Klee.

Sobre la ciudad (3 de 8)

Sobre la ciudad (3 de 8)

Sobre la ciudad 3

Las primeras ciudades fueron el centro de la política, del pensamiento y de la ciencia, productoras de conocimiento y de manufacturas. Como un ser vivo la ciudad necesitaba absorber alimentos del entorno para mantener su actividad, su metabolismo. Para ello, era necesario el establecimiento de canales de abastecimiento de agua y otros insumos, y de vías de evacuación de los desechos. La afluencia y efluencia de mercancías, energía, agua y detritos permitió a parte de la humanidad vivir sin salir de los límites de la ciudad.[9] La disponibilidad de canales de suministro de materias primas, –de redes incipientes–, convierte a las ciudades en lugares ideales para la producción de manufacturas transformándose así en centros de producción y lugares de consumo concentrado. El principal efluente de una organización ciudadana vino a ser el conocimiento sustanciado en los productos que ofrece y envía a los mercados de otras ciudades, sean estos materiales o inmateriales. Consumo y producción son los dos ejes entorno a los que crecen las ciudades.

En tanto antes de las existencia de las ciudades las gentes salían de los asentamientos humanos para procurarse el alimento y otros bienes, y para intercambiar sus mercancías, con la aparición de la ciudad, –lugar de asentamiento con vocación de permanencia eterna,– es posible la estructuración de redes que permitan el flujo hacia ella y desde ella hacia otras ciudades. De este modo, aparece lo que hoy, después de unos cuantos milenios de historia de la ciudad, es una de sus características indiscutibles: su dependencia de las redes; sean estas de transporte, de agua potable o de evacuación (pluviales, fecales, industriales), de electricidad, de recogida de residuos, sanitaria, educativa, de telefonía, mediáticas, o la última, la red por excelencia, la web.[10] De algún modo la ciudad es una malla de flujos en cuyos intersticios se encuentran las edificaciones y otros espacios de utilidad comunitaria.[11] Las redes obligan y permiten, a un tiempo, la organización de la ciudad. Los habitantes de una ciudad amparados en sus redes viven con cierta despreocupación por la intemperie y la alimentación, y disponen de canales organizados de comunicación e intercambio, liberando tiempo para ocuparlo en otros menesteres diferentes de los de la vida agraria, más natural, pero también más arriesgada y menos cómoda.

Por ello, el ser urbano que vive dentro de los límites de la ciudad, percibe la naturaleza exterior como alejada e ilimitada. Vivir en ciudades atrofia la capacidad de vivir en plena naturaleza con medios sencillos.[12] La naturaleza se separa de nuestras vidas convirtiéndose exclusivamente en una fuente de recursos de los que podemos apropiarnos con todo derecho, además de devenir un lugar paisajístico. La manufactura industrializada y el aspecto exterior de las mercancías aleja la percepción de que están hechas de materias primas recolectadas en el medio ambiente. La sofisticación de algunos productos alimenticios en su forma y su embalaje consigue ocultar su origen orgánico. La educación ambiental en la escuela intenta contraponerse a esta visión desnaturalizada de la realidad, pero no cabe duda que, en el marco de sus actividades, se acude a la naturaleza como espectador para volverle de inmediato la cara y regresar a nuestro refugio urbano.

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[9] Hoy podríamos vivir sin salir de los límites de nuestra vivienda conectados con el mundo exterior por las redes que nos permiten alimentarnos, trabajar y conocernos sin movernos prácticamente de nuestro domicilio.

[10] El asalto bélico a una ciudad se iniciaba cortando las redes de suministro y sitiándola. En la actualidad, la caída de cualquier red provoca una situación caótica con consecuencias impredecibles; son avisos del grado de dependencia  que tenemos de los sistemas de suministro y evacuación (fluencia y efluencia), sean estos materiales o inmateriales, de mercancías o de conocimiento.

[11] Las redes virtuales pueden permitir relaciones propias de la ciudad sin dependencia del territorio físico. Movilizaciones ciudadanas de carácter mundial pueden ser favorecidas por la web y la telefonía móvil.

[12] Hoy nuestra supervivencia en situaciones naturales de riesgo depende del teléfono móvil y del acceso a las redes de telefonía de emergencias, 112 en Europa y 911 en los EE.UU.

Ilustración: Los mejores momentos, de Gonzalo Torné

Sobre la ciudad (2 de 8)

Sobre la ciudad (2 de 8)

Sobre la ciudad 2

En la actualidad, los efectos de la manipulación técnica de la naturaleza son la más elocuente manifestación de nuestra radical huida de la misma. El proceso de despedida de la condición animal del homínido comenzó en el momento en que aparecen en él los primeros síntomas de humanidad. Los éxitos científicos, fundamentalmente en el terreno de la ingeniería, las telecomunicaciones, la computación y la genética molecular, junto con el desarrollo espectacular de la medicina y la química farmacéutica, han propiciado que vivamos ignorando nuestra esencial animalidad. Y, verdaderamente, tenemos motivos para ello. «Puede que el poder de la mente sobre los genes supere al de los genes sobre la mente»[3]. El tiempo evolutivo podría quedar reducido a una premeditada intervención químico-quirúrgica sobre la materia viva, expulsándonos definitivamente del reino animal y situándonos en la esfera de la creación.

No hay duda que una ciudad representa una modificación radical del territorio. La transformación antrópica de la superficie de la tierra se inicia en el neolítico cuando los bosques se queman sistemáticamente para conseguir tierras de cultivo y se domestican algunas especies animales. Lo que llamamos civilización es producto del camino recorrido desde entonces hasta la actualidad. La agricultura, la ganadería, las primeras técnicas para la conservación de alimentos, y la posibilidad de construir edificios y otros elementos consistentes y perdurables permitieron la aparición de las ciudades a partir de las primitivas aldeas. Estas ciudades necesitaban del campo circundante para la obtención de los productos de primera necesidad: agua, alimentos, materias primas y combustible. La capacidad de transporte de bienes y la productividad del entorno próximo frenaban su crecimiento.[4] Las características del medio natural, la climatología y los materiales disponibles, por decirlo de algún modo, al alcance de la mano, condicionaban las tipologías de la trama urbana y de sus edificaciones. De este modo, la forma del territorio, los ciclos estacionales, y los productos naturales de los ecosistemas próximos, junto con las necesidades de intercambio de bienes materiales o inmateriales y la demanda de seguridad y bienestar configuró la estructura de las primeras ciudades.

Pero, ¿que es una ciudad? La ciudad supuso, desde luego, una mejora sustancial del primitivo refugio de la naturaleza y de los enemigos. Ni la cueva ni la aldea son ciudad, pues aún no hay membrana sólida de separación: muralla, foso, o barrera natural vigilada. La ciudad nace como un avance en los mecanismos defensivos de la comunidad o tribu, supone un paso decisivo para huir de los peligros que acechan en la naturaleza. Pero ocurre que este perfeccionamiento técnico permite la aparición de nuevas relaciones sociales cooperativo/defensivas, que engendrarán instituciones políticas y administrativas.[5] Desde su origen, la ciudad, lleva el germen del estado, de las leyes y de la ciudadanía. El orden conocido que engendra una ciudad por confrontación con la imprevisibilidad de la naturaleza la convierte en un foco de atracción para las gentes. En ella la vida cotidiana es, más que en ningún otro lugar, un conjunto de relaciones sociales.[6]

Una ciudad vendría a ser como un cerebro en el que cada habitante es una neurona.[7] Sus habitantes, como las neuronas en el cerebro, pueden realizar funciones especializadas. Pero el cerebro necesita un continente, un cráneo. Solo podemos considerar un asentamiento humano como ciudad cuando sus límites físicos están definidos por la densidad de sus construcciones. Una ciudad es un espacio físico limitado con cierta densidad humana en el que se realizan una gran variedad de actividades entre las que las agrarias no han sido nunca las principales.[8]

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[3] Edgar Morín: La identidad humana, el método V, la humanidad de la humanidad. Barcelona 2003, Ediciones Cátedra, p.291.
[4] Lewis Mumford: Historia natural de la urbanización. Chicago1956, p. 3 y ss.www.habitat.aq.upm.es/boletin/n21/almum.html
[5] Lewis Mumford: Op. cit.
[6] Fernando Chueca Goitia menciona a Julián Marías en: Breve historia del urbanismo. Madrid 2002, Alianza, p. 41.
[7] Steven Jhonson: Sistemas emergentes, o que tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software. Madrid 2003, Turner-Fondo de cultura económica.
[8] Por el contrario una conurbación es un espacio urbanizado sin límites definidos, al estilo de la construcción de ciertas ciudades americanas que crecen en el entorno de la línea de las carreteras o autopistas, o en cualquier lugar de la naturaleza comunicado con estas vías. Los centros de consumo se sitúan en los nodos de interconexión de las rutas del automóvil, el tamaño de estos centros comerciales depende de la importancia y densidad de circulación de las vías que se interconectan. Las urbanizaciones nacen como meros lugares de residencia, son lo que se dio en llamar ciudades dormitorio.

Ilustración: Poniendo el mundo boca abajo, instalación de Anish Kapoor en Kensintong Gardens