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Blog de Mario Ortega

Sobre la ciudad (7 de 8)

Sobre la ciudad (7 de 8)

Sobre la ciudad 7

La forma de la ciudad, su tamaño y su densidad previene o genera problemas sociales, económicos o ambientales. El modelo y las necesidades de transporte y movilidad influyen decisivamente en la calidad ambiental. Las ciudades que se hacen dependientes del vehículo privado incrementan su nivel de ruidos, los atascos, el consumo energético, y la contaminación.[1] La necesidad de viales asfaltados para el acceso a las urbanizaciones produce una fragmentación de los ecosistemas sean agrarios o naturales. Las vías de alta capacidad y las carreteras importantes rinden en su diseño tributo a la velocidad y demandan seguridad. Por ello se iluminan indiscriminadamente, se aíslan mediante vallas y se evita la plantación de árboles de gran porte como los que antes sombreaban los caminos. Oigo en la radio una de las últimas grandes ideas en materia de seguridad en el diseño de circunvalaciones y vías iluminadas urbanas: la sustitución de los báculos de las farolas por otros más flexibles que absorban el impacto con menor riesgo para los ocupantes del vehículo en caso de accidente. Otro día, la futura directiva europea que obligará a los fabricantes de automóviles a incorporar un sistema automático de aviso en caso de accidente. De nuevo, más de lo mismo: sigamos corriendo en nuestro propio vehículo y demandemos al estado altísimas inversiones en seguridad vial, y la los fabricantes sistemas de seguridad cada vez más sofisticados. Con lo sencillo que sería limitar de fábrica la velocidad que puede adquirir un vehículo.

Hace tiempo que en nuestra democracia la política real dejó de ser el espacio etéreo en el que las ideas sobre la sociedad se confrontan, para convertirse en el lugar donde se protegen los negocios. El progreso humano, hoy que tenemos los mejores medios tecnológicos para usarlos a favor del beneficio común, es entendido como aquello que favorece el consumo de bienes materiales e inmateriales sin límite. Los indicadores económicos que manejan nuestras clases dirigentes aluden en todo caso a la cantidad de riqueza producida, acumulada y consumida, en tanto abandonan las apreciaciones sobre eficiencia y calidad del proceso productivo, e ignoran la degeneración inducida por el modelo de… ¿Desarrollo? En este contexto, el derecho a disfrutar de una vivienda digna, recogido en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en le 47 de la Constitución Española, se ha convertido en la obligación de padecer la imposibilidad de adquirir una vivienda a un precio que no hipoteque la vida personal y familiar durante decenios. Sobre el bien inmobiliario recaen significados paradójicamente contradictorios. Por un lado es un objeto con pretensiones de durabilidad, de ahí su función como valor de inversión. Por otro es un bien de primera necesidad que el sector de la construcción ha transformado en un producto industrial consumible. Ambos aspectos favorecen su uso especulativo.

La ciudades de hoy están siendo planificadas y forzadas a crecer por el poderoso sector económico de la construcción. Un sector de alta demanda energética y muy intensivo en la utilización de recursos. Un paisaje de gigantescas grúas ha igualado a todos los pueblos de España. Las plusvalías generadas por las constructoras, se reinvierten en suelo y nuevas construcciones en una espiral sin límite y sin sentido. Los PGOUs son instrumentos exclusivamente utilizados para la ampliación de los límites construibles, en lugar de ser instrumentos para la integración de todos los aspectos de la vida ciudadana y para la mejora de la calidad de vida local. La legislación urbanística, además de ser farragosa y críptica para la población, es sistemáticamente incumplida. Las ilegalidades se legalizan con el mero transcurrir del tiempo. Mejorar la calidad de vida urbana en las urbanizaciones que se están construyendo implicará inversiones en regeneración del entramado social y comunitario que se verán hipotecadas por las necesarias para el mantenimiento de redes cada vez más extensas y dispersas, y por el elevado costo de los servicios públicos.

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[1] Michael Buxton: La ciudad ecológica. Madrid 2004, Revista de Occidente Nos 290-291.

Ilustración: Madrid desde las torres blancas, de Antonio López

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