Sobre la ciudad (2 de 8)
Sobre la ciudad 2
En la actualidad, los efectos de la manipulación técnica de la naturaleza son la más elocuente manifestación de nuestra radical huida de la misma. El proceso de despedida de la condición animal del homínido comenzó en el momento en que aparecen en él los primeros síntomas de humanidad. Los éxitos científicos, fundamentalmente en el terreno de la ingeniería, las telecomunicaciones, la computación y la genética molecular, junto con el desarrollo espectacular de la medicina y la química farmacéutica, han propiciado que vivamos ignorando nuestra esencial animalidad. Y, verdaderamente, tenemos motivos para ello. «Puede que el poder de la mente sobre los genes supere al de los genes sobre la mente»[3]. El tiempo evolutivo podría quedar reducido a una premeditada intervención químico-quirúrgica sobre la materia viva, expulsándonos definitivamente del reino animal y situándonos en la esfera de la creación.
No hay duda que una ciudad representa una modificación radical del territorio. La transformación antrópica de la superficie de la tierra se inicia en el neolítico cuando los bosques se queman sistemáticamente para conseguir tierras de cultivo y se domestican algunas especies animales. Lo que llamamos civilización es producto del camino recorrido desde entonces hasta la actualidad. La agricultura, la ganadería, las primeras técnicas para la conservación de alimentos, y la posibilidad de construir edificios y otros elementos consistentes y perdurables permitieron la aparición de las ciudades a partir de las primitivas aldeas. Estas ciudades necesitaban del campo circundante para la obtención de los productos de primera necesidad: agua, alimentos, materias primas y combustible. La capacidad de transporte de bienes y la productividad del entorno próximo frenaban su crecimiento.[4] Las características del medio natural, la climatología y los materiales disponibles, por decirlo de algún modo, al alcance de la mano, condicionaban las tipologías de la trama urbana y de sus edificaciones. De este modo, la forma del territorio, los ciclos estacionales, y los productos naturales de los ecosistemas próximos, junto con las necesidades de intercambio de bienes materiales o inmateriales y la demanda de seguridad y bienestar configuró la estructura de las primeras ciudades.
Pero, ¿que es una ciudad? La ciudad supuso, desde luego, una mejora sustancial del primitivo refugio de la naturaleza y de los enemigos. Ni la cueva ni la aldea son ciudad, pues aún no hay membrana sólida de separación: muralla, foso, o barrera natural vigilada. La ciudad nace como un avance en los mecanismos defensivos de la comunidad o tribu, supone un paso decisivo para huir de los peligros que acechan en la naturaleza. Pero ocurre que este perfeccionamiento técnico permite la aparición de nuevas relaciones sociales cooperativo/defensivas, que engendrarán instituciones políticas y administrativas.[5] Desde su origen, la ciudad, lleva el germen del estado, de las leyes y de la ciudadanía. El orden conocido que engendra una ciudad por confrontación con la imprevisibilidad de la naturaleza la convierte en un foco de atracción para las gentes. En ella la vida cotidiana es, más que en ningún otro lugar, un conjunto de relaciones sociales.[6]
Una ciudad vendría a ser como un cerebro en el que cada habitante es una neurona.[7] Sus habitantes, como las neuronas en el cerebro, pueden realizar funciones especializadas. Pero el cerebro necesita un continente, un cráneo. Solo podemos considerar un asentamiento humano como ciudad cuando sus límites físicos están definidos por la densidad de sus construcciones. Una ciudad es un espacio físico limitado con cierta densidad humana en el que se realizan una gran variedad de actividades entre las que las agrarias no han sido nunca las principales.[8]
----------
[3] Edgar Morín: La identidad humana, el método V, la humanidad de la humanidad. Barcelona 2003, Ediciones Cátedra, p.291.
[4] Lewis Mumford: Historia natural de la urbanización. Chicago1956, p. 3 y ss.www.habitat.aq.upm.es/boletin/n21/almum.html
[5] Lewis Mumford: Op. cit.
[6] Fernando Chueca Goitia menciona a Julián Marías en: Breve historia del urbanismo. Madrid 2002, Alianza, p. 41.
[7] Steven Jhonson: Sistemas emergentes, o que tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software. Madrid 2003, Turner-Fondo de cultura económica.
[8] Por el contrario una conurbación es un espacio urbanizado sin límites definidos, al estilo de la construcción de ciertas ciudades americanas que crecen en el entorno de la línea de las carreteras o autopistas, o en cualquier lugar de la naturaleza comunicado con estas vías. Los centros de consumo se sitúan en los nodos de interconexión de las rutas del automóvil, el tamaño de estos centros comerciales depende de la importancia y densidad de circulación de las vías que se interconectan. Las urbanizaciones nacen como meros lugares de residencia, son lo que se dio en llamar ciudades dormitorio.
Ilustración: Poniendo el mundo boca abajo, instalación de Anish Kapoor en Kensintong Gardens
0 comentarios