Andalucía Antinuclear
El ecologismo ha concentrado su presión sobre las nucleares en la inseguridad y riesgos de las mismas, pues los efectos de los accidentes son gravísimos, concretamente el que sucedió en la central ucraniana el 26 de abril de 1986 fue devastador, un extenso territorio y cientos de miles de personas sufrieron y sufren las consecuencias. ¿Qué ha pasado en Japón, tras el terremoto del antier? Lo sabremos con más certeza en los próximos días.
La subida continuada del precio del petróleo, motivada por múltiples factores, y por la evidencia de que estamos en un punto de no retorno en cuanto al descubrimiento de nuevas reservas, lleva a los agentes económicos al uso a reabrir el debate nuclear para renuclearizar, y esta vez de forma acelerada, las fuentes de suministro energético. Los defensores de un nuevo boon nuclear afirman que la construcción de nuevas centrales contribuirá a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Lo cierto es que los problemas derivados de la industria nuclear, a pesar de las grandes sumas de dinero que los presupuestos públicos de los países desarrollados han dedicado, siguen siendo los mismos que hace decenios. El problema de los residuos altamente tóxicos, con vida media de centenares de años, no está solucionado (ni lo estará). Las centrales nucleares siempre se han construido con ayudas públicas, y se han cerrado repercutiendo el coste en la factura de los consumidores de electricidad. La energía nuclear permite una alta centralización en la producción y distribución, por lo que es una herramienta antidemocrática de control político por parte del poder económico.
La idea de que la energía contenida en los núcleos atómicos es prácticamente ilimitada se traduce en la impresión de que disponemos de recursos ilimitados para seguir manteniendo un modelo industrial insostenible en el uso del medio ambiente y de materias primas. Pero esto no es cierto, el combustible nuclear también es agotable.
Por otro lado, y esto se está poniendo de manifiesto con el veto a Irán para que construya centrales nucleares, resulta clara la relación entre programas de desarrollo nuclear y armas nucleares; por no hablar de la inseguridad añadida ante cualquier tipo de conflicto por ser las industrias nucleares potenciales objetivos bélicos o terroristas.
En términos económicos, la consideración de la energía nuclear de fisión como la energía más barata se ha construido sobre una falacia, sobre una operación de ingeniería económica y financiera. Sumando, al costo de construcción, operación, mantenimiento y desmantelamiento de una nuclear, la gestión medianamente segura de los residuos nucleares y la construcción de los almacenamientos geológicos en profundidad –AGP- obligatorios para antes de 2018 (esta idea creo que ha sido ya abandonada por falta de financiación pública). Las cuentas no le salen a nadie. Si incluimos lo que una aseguradora cobraría por garantizar la cobertura de los daños provocados por un accidente nuclear, el balance en contra resulta abrumador y definitivo.
En España no podemos considerar que la energía nuclear contribuya al autoabastecimineto, pues no es generador de energía quién depende tecnológicamente del exterior para el mantenimiento de su producción, o para el enriquecimiento de uranio. La energía nuclear no produce PIB, produce sólo beneficio bancario (¿quienes son los propietarios últimos de las centrales?). El territorio que la acoge es, simplemente, un contenedor de riesgos. En cuanto a su contribución al cumplimiento del protocolo de Kioto cabe decir que el cuarenta por ciento de las emisiones de CO2 se deben al transporte, sector en el que no podría competir la energía nuclear.
Pero el mito nuclear no termina con la fisión. La promoción de la energía nuclear de fusión, proceso que reproduce una reacción similar a la que ocurre en el núcleo del sol, tiene, en términos económicos, un significado similar al expresado para la fisión: elimina el problema del riesgo de la radioactividad y de los residuos radioactivos pero contabilizando los años y las inversiones necesarias para su, aún dudoso, desarrollo comercial, no salen las cuentas. Como ponía de manifiesto en un encuentro de Científicos por el Medio Ambiente el catedrático de termodinámica de la Carlos III, Antonio Ruiz Elvira, han sido necesarios 90.000.000.000 (noventa mil millones) de euros para obtener 0,001 segundos (un milisegundo) de energía neta. Y lo que es peor, una vez conseguida, la tecnología y la producción estarían concentradas en unos pocos grupos financieros que tendrían a los países, poblaciones y gobiernos atrapados con el chantaje de su dependencia.
Energías renovables, eficiencia energética y sostenibilidad son las recetas razonables y racionales que contribuyen al bien común, lo demás son mentiras.
La producción y consumo de energía nuclear transfiere a la sociedad y a la naturaleza fuertes externalidades negativas no contabilizadas en los balances financieros de la industria nuclear. Los riesgos para la salud ciudadana y ambiental, el expolio permanente de capital monetario de carácter público, la concentración de poder económico y la subversión de la democracia política son quebrantos que actúan sobre la capacidad de los pueblos de decidir su futuro libremente.
Por otro lado, y ya refiriéndome a Andalucía, el tráfico marítimo en el Estrecho de Gibraltar de submarinos militares nucleares, de armamento nuclear y de residuos radioactivos, supone un peligro inadmisible para la población y el entorno marítimo-terrestre próximo.
El combustible nuclear es agotable, su tratamiento para ser utilizado en las centrales nucleares aumenta la dependencia externa de nuestro sistema energético. Los residuos de baja, media y alta actividad requieren de inversiones públicas millonarias para su almacenamiento y tratamiento, hipotecando la libertad y calidad de vida de las generaciones futuras.
El cambio climático está provocado por dos vectores interrelacionados, el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero y el aumento permanente del consumo energético. La energía nuclear puede actuar sobre el primero, pero no sobre el segundo. Sin embargo, el cambio en el modelo de generación de energía eléctrica, tanto de procedencia nuclear como de los combustibles fósiles, puede hacerse con inversiones monetarias muy inferiores en energías renovables y en eficiencia energética, las cuales tienen el valor añadido de ser autóctonas y de ser intensivas en la generación de empleo. Las externalidades de las renovables son fuertemente positivas, pues son intensivas en empleo, reducen fuertemente las afecciones sobre el medio ambiente y limitan la concentración de los poderes político y económico.
La energía nuclear es un arma de la economía especulativa, las renovables pueden cimentar la soberanía energética de los territorios políticos y favorecen la economía cooperativa.
Por estos motivos, proponemos esta línea de trabajo político:
1. La declaración institucional de todos los municipios de Andalucía como “Libre de Energía Nuclear.”
2. La firma de un acuerdo entre Marruecos, Reino Unido y España, implicando directamente a Gibraltar y Andalucía para la desnuclearización del Estrecho.
3. El establecimiento de un protocolo informativo de la situación nuclear de las bases militares extranjeras asentadas en el territorio andaluz, Gibraltar, Rota y Morón.
4. La no ampliación del cementerio de residuos nucleares de El Cabril.
5. La aprobación de una Ley de balance y contabilidad energética de Andalucía que establezca un sistema de evaluación permanente de la transición hacia un modelo energético más eficiente y renovable.
Nucleares No, gracias.
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