2011, será cañero
Por Granada merece la pena dar caña. Ahí me veis junto al mar, con un caña, esta mañana del 1 de enero de 2011. Un mar que está muy cerca de Granada y al que no se puede llegar en tren.
Granada podría ser la Berlín del sur. Suena grandilocuente, ya. Berlín tendrá próximamente una alcaldesa verde, eso dicen las encuestas. Y Granada, uf, mucho me temo que seguirá teniendo un alcalde azul oscuro. Total, han sido años de obras por obras, han sido ocho años de hormigón, granito y alquitrán. A su electorado le encantaba. "Este alcalde," decían, "por lo menos hace algo."
Y es que antes hubo un tripartito. PSOE, IU, PA, se repartieron el ayuntamiento como una tarta y hala, cada uno a lo suyo. O mejor, a los suyos. Visión global de ciudad, cero patatero. Los primeros indolentes, los segundos a sostener el aparato del partido y a gestionar parques y jardines, y el tercero a dilapidar el presupuesto de cultura, turismo y deportes.
Granada necesita un cambio de rumbo. La insostenibilidad económica, social y ambiental campa ya a sus anchas. Aventuro un crack municipal tras las elecciones municipales de mayo. Esta gente que gobierna es incapaz de gestionar el presupuesto público, mirando por lo público, con parámetros de eficiencia. Han entregado todas las plusvalías de los servicios municipales a grandes corporaciones. Las empresas de aquí se convierten en meras subalternas de las grandes. A esto se le llama expolio. Han entregado el suelo y el subsuelo público en concesiones, y han gastado el dinero alegremente.
Mientras la burbuja inmobiliaria explotaba o no, el expolio no se notaba, cada quien recibía sus migajas. También los paniaguados de la localidad, así, boquita cerrada, y a lo mío.
Y la Junta qué, pues la Junta nada de nada, cuatro palabritas finas, como decía Carlos Cano. Un metro caóticamente planificado, en concesión al astro rey de PP Torres. Un Algarrobico granadino, el Nevada. Un milenio de la ciudad que ha quedado en fuegos artificiales. Una Caja Granada expoliada por negligencia del todo Granada (ya sabéis, los del pacto del Saray). Bueno, salvo las migajas para el Centro Lorca y el final de fiesta con la asunción de las competencias del museo Guerrero, menos mal.
La política en las administraciones tiene la obligación de crear las condiciones de posibilidad para que haya actividad productiva. Y aquí solo hay hostelería y semana santa. Y menos mal que está la herencia árabe de la Alhambra y el Albayzín, al que le duela que se aguante, aquí solo produce lo que se hizo en época medieval.
Entre tanto 28% de desempleo, 40% de desempleo juvenil, desigualdad de trato entre el luminoso centro y los barrios, servicios sociales abandonados, transporte público peor que hace 20 años, el indicador de zonas verdes por los suelos, menos árboles, más humo, más ruido, los deportes privatizados y caros, la cultura de pandereta e incienso, la juventud criminalizada, la gestión de los residuos nefasta, Emasagra vendiéndonos el agua de Sierra Nevada y con su domicilio social radicado en Cataluña. Los comercios de barrio defendiéndose como pueden de los más de 700.000 metros cuadros de grandes superficies que han invadido la vega metropolitana. Más del 30% de los pisos vacíos, y la gente teniendo que irse al extrarradio, el patrimonio histórico y cultural en venta o desamparado. Suma y sigue.
Que hay motivos para dar caña, ya se ve. Que daré caña, no os quepa duda. 2011, un año cañero.
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