POR UN ESPACIO ANDALUZ DE PROGRESO
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Manifiesto de Paralelo 36
Ciudadanas y ciudadanos de Andalucía:
Colectivos, asociaciones, partidos y sindicatos de la izquierda andaluza:
Amigas y amigos:
El consejo de redacción de Paralelo 36 somete a vuestra consideración un análisis de la crisis que padecemos y os llama a la articulación de un espacio andaluz de progreso.
La brutal crisis que padecemos ha sido producto, es síntoma y será causa de profundas transformaciones de la sociedad. Los orígenes profundos de esta crisis estructural se pueden sintetizar en dos niveles.
- A nivel externo, la crisis es el producto de la desconexión entre el sistema económico y la realidad biofísica del planeta. Desde su programación capitalista, los sistemas económicos no han sabido ver el límite. El capital nunca ha considerado las variables naturales de los ecosistemas relevantes para la vida y para la duración como elementos económicos. Fuera del sistema de precios, estas variables han sido utilizadas de manera insostenible, agotadas sin reposición y destruidas sin más. El sistema tampoco ha sabido ver e interiorizar lo que hay después de la producción, la distribución y el consumo de bienes: los residuos. Fuera también del sistema de precios, la capacidad de la biosfera para metabolizar residuos ha sido desbordada y ha provocado el calentamiento global y el cambio climático.
- A nivel interno, la crisis es producto de la dificultad de reproducción del capital productivo, núcleo del sistema capitalista. La huida de este capital industrial hacia el capital financiero y especulativo ha provocado la gran burbuja que, al estallar, ha generado la crisis bancaria y algo mucho peor: un efecto pobreza. La caída de la demanda de productos y de la capacidad de inversión por parte de las empresas y de las familias empobrecidas ha provocado una espiral de cierre de empresas, paro masivo y deflación. Más pobreza alimentando a la pobreza en una espiral cuyo fin no se ve.
- Ambos niveles se han retroalimentado en una espiral productivista y han conformado tanto la actual dinámica de las instituciones políticas como los valores dominantes, los marcos cognitivos de la sociedad, en torno al individualismo y la competitividad como factores imprescindibles para que el consumismo, la otra cara del productivismo, se convirtiera en la principal motivación vital compartida por la especie.
En Andalucía la crisis tiene matices. Ha mostrado que muchos de los viejos problemas siguen vivos y que a éstos se les ha unido la destrucción y degradación ambiental. Tenemos una tasa de paro brutal. Y la dependencia de sectores como el turismo, la construcción o la agricultura intensiva nos convierten en una comunidad desarticulada y dependiente. Además la crisis a Andalucía no llega sola: No puede ser casual que esta crisis venga a ocurrir en un momento político en que el bipartidismo se consolida, en el que la separación entre la política y la realidad crece y en que los territorios políticos de progreso como Andalucía o Europa están desapareciendo. La vuelta del protagonismo de los Estados-Nación tradicionales es un mala noticia.
En Andalucía todo esto se agrava: nuestra democracia es de muy baja calidad, no hay alternancia electoral desde la constitución del Parlamento andaluz hace más de 25 años, después de ocho consultas electorales carecemos de un auténtico espacio político propio, se ha convertido en norma la convocatoria simultánea de elecciones autonómicas y estatales; no existen medios de comunicación independientes de ámbito andaluz; la sociedad andaluza es muy dependiente del clientelismo del poder y apenas ha generado líderes sociales independientes, incluso estamos asistiendo a un intento de asimilación de todo lo que pudiera tener potencial para convertirse en alternativo.
La crisis pues es al mismo tiempo global y local, mundial y andaluza, ecológica y económica, política y ética... La ausencia de respuesta y alternativas por parte de la izquierda es evidente. Seguimos teniendo una izquierda del siglo XX, anclada en partidos políticos que son meras maquinarias electorales de profesionales entregados al peligroso juego de la mercadotécnia política, del desconcierto ideológico y del oportunismo electoral. Parece que nadie en la "clase política" dominante se quiere enterar de la gravedad de la situación. Al igual que los desgraciados pasajeros de un Titanic planetario siguen bailando y participando en la fiesta del consumo en la cubierta de un nave que se va a pique.
En una palabra, la crisis es civilizatoria porque constata la inviabilidad de la actual programación de los sistemas de la sociedad y la izquierda mayoritaria, sin embargo, se empeña en un reformismo sin sentido.
Una misma cuestión ético-política atraviesa y explica en lo global y en lo andaluz, el ecocidio, la pobreza, la dependencia cuasi-colonial, los déficits democráticos y el patriarcado. Es necesario reprogramar ecológicamente al capital, tomar en serio la democratización del estado, sacar a la nación andaluza de la dependencia económica y la colonización cultural, reabrir el espacio europeo como espacio de libertad, abolir el patriarcado, los residuos activos del vasallaje y reconstruir las condiciones para la autonomía moral del ciudadano y la ciudadana, libres e iguales.
La sociedad tiene que poder elegir una nueva alternativa política y para eso es imprescindible refundar la izquierda, el ecologismo y el andalucismo. Si una misma cuestión ético-política está detrás del ecocidio, de la pobreza, del colonialismo y del patriarcado, entonces estamos obligados a formular una misma estructura compleja de resistencia, y una misma alternativa ecosocialista, ecoandalucista y ecofeminista.
Para construir esta alternativa es fundamental la fusión del andalucismo con el ecologismo político, con la tradición progresista y democrática de la izquierda crítica con el capitalismo, con el feminismo y con los movimientos antiglobalizadores, porque cada uno de ellos ha profundizado en una parte del todo que es la sociedad posible y deseable y la difícil transición desde la lógica desarrollista hasta una realidad postindustrial.
Este proyecto va más allá de un conjunto de partidos políticos e incluso más allá de la suma de personas y organizaciones que lo puedan suscribir. Instamos al conjunto de la sociedad andaluza a utilizar sus mejores herramientas para extraer todas las energías y esperanzas, pero también la rebeldía y la crítica, ante una situación que ya es de emergencia pero que puede serlo aún más en un futuro demasiado próximo. Por eso es una propuesta abierta e integradora para consensuar un itinerario y un horizonte para los próximos años que tiene que concretarse (no sólo pero también) en una oferta electoral. Se trata de impulsar el renacimiento de Andalucía a pesar de la crisis o precisamente porque ésta no nos deja otra salida. Tenemos que arriesgarnos a salir del mundo de las ideas al del compromiso político con el presente y el fututo del pueblo andaluz, porque nuestra sociedad nos está diciendo con claridad que lo de hoy ya no sirve.
Debemos conseguir una opción electoral cuyas coordenadas son: la sinceridad, la honradez, la transparencia, la austeridad, la prudencia, el coraje, la autonomía, la igualdad, el reencuentro con la naturaleza y la construcción de Andalucía como nación de Europa, con fuerza para reclamar lo que le corresponde y con autoestima para salir de esta crisis a fuerza de ideas, sacrificio y solidaridad. Estamos en una segunda transición mucho más compleja y difusa que la primera. Es el momento de las ideas para el cambio, de la construcción de equipos para el liderazgo social y de la vuelta de la política con mayúscula, la que mira a nuestra sociedad y entiende que el poder sólo es un medio y no un fin en sí mismo.
Es por todo esto por lo que llamamos a las ciudadanas y ciudadanos de Andalucía, a las organizaciones sociales y políticas de la izquierda, del ecologismo y del andalucismo, nacionales o locales, nuevas o tradicionales a la apertura de un nuevo ciclo histórico, un nuevo 4 de diciembre que emerja en cada una de las ciudades y pueblos de Andalucía, que piense en lo global y actúe en lo local, y que confluya en una articulación política roja, violeta, verde y blanca, capaz de cambiar otra vez el curso de la historia.
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