Vega, cambio climático y empleo
Mario Ortega, candidato de Los Verdes a la alcaldía de Granada
Desde el punto de vista de la química atmosférica y el microclima, el papel de la vega de Granada como espacio que contribuye a la mejora de la calidad del aire de las poblaciones del entorno es una realidad demostrada científicamente. Su contribución a la humidificación ambiental, debido a la evapotranspiración vegetal, a la ventilación por convección natural del aire contaminado, y a la disminución de las máximas de temperatura veraniegas son factores que contribuyen a paliar por sí mismos las necesidades de refrigeración artificial de las edificaciones modernas. Este hecho es ahora determinante si añadimos a las causas del aumento de la demanda energética –invernal y veraniega- unos diseños constructivos en las edificaciones que no han tenido en cuenta criterios bioclimáticos modernos ni de arquitectura vernácula.
La conservación de la Vega de Granada como espacio agrario es fundamental para frenar el crecimiento de nuestra factura energética, y por tanto de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Si añadimos a esto los efectos que el cambio de modelo agrario hacia la agroecología tendría sobre la disminución de las necesidades de insumos energéticos, la reducción de las necesidades de transporte, y el aumento del efecto de sumidero de CO2, la vega de Granada con sus mas de 15.000 hectáreas desde Huétor Vega hasta Loja se convertiría en el principal contribuyente de la economía agraria para luchar contra el cambio climático en la provincia de Granada.
Por otro lado, potenciar la vega de Granada implica también hablar de movilidad sostenible. Tranvías modernos, autobuses ecológicos, bicicletas e intermodalidad harían innecesario el uso indiscriminado del vehículo y aportarían un nuevo elemento de lucha contra el cambio climático y de generación de empleo estable.
El camino por andar está claro, necesitamos proteger la vega y activarla económicamente. Territorio, ayudas para la reconversión ecológica, industria agroalimentaria local, marca de calidad, fiscalidad ecológica y pago a los agricultores por los servicios ambientales, reconocimiento y activación de su patrimonio cultural, ordenación de los recursos turísticos, gestión integral del agua y los residuos, movilidad sostenible, organismo gerencial integrado, son objetivos que marcarían el inicio de una nueva etapa.
Es el momento de olvidar la economía especulativa, es el momento de recuperar nuestros pueblos, es el momento de hablar de una sostenibilidad dura y profunda. Pensemos en una agrópoli y no en una metrópoli.
La transformación de la economía veguera hacia un modelo sustentable en lo social, lo económico y lo ambiental, pasa por su protección y por el impulso de la agricultura y la ganadería ecológica como eje transversal para incrementar la riqueza social y la eficiencia productiva haciéndonos poco dependientes de recursos no renovables y ciudadanos de una era solar y de los recursos renovables.
No hay que olvidar que esto supone, en tiempos de crisis económica donde el desempleo es una de las principales lacras sociales, luchar a un tiempo contra el cambio climático y acometer la crisis de valores sociales y de pérdida de empleo que no envuelve. Tenemos la obligación de conectar nuestra actividad productiva al sol.
Lo que proponemos los defensores de la vega de Granada es internalizar nuestros beneficios sin externalizar al medioambiente ningún perjuicio. Proteger la vega de Granada, luchar contra el cambio climático y generar empleo es posible al mismo tiempo. Es mas, es el único camino viable.
Algunos estamos cansados de oír voces políticas que dicen querer proteger la vega, pero cuando y donde gobiernan no toman las decisiones oportunas para ello. No salvo ni a IU, ni a PSOE ni a PP. Lo primero, por tanto, que hay que hacer es lograr un pacto entre las instituciones que ejercen el poder político, Junta, Diputación y Ayuntamientos, para establecer una hoja de ruta con los objetivos antedichos. Sin ese pacto las declaraciones políticas seguirán sonando a palabrería.
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